Paul Ryan, el pacificador de los republicanos

Paul Ryan, el pacificador de los republicanos REUTERS

Paul Ryan

El pacificador republicano

Los líderes conservadores en la Cámara de Representantes de EEUU tienen sus esperanzas puestas en el que fue el candidato a vicepresidente para pilotar una institución dividida.

Tras un mes frenético en busca de un sucesor, el presidente saliente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano John Boehner, puede al fin respirar tranquilo. Su heredero: Paul Ryan, número dos del candidato presidencial Mitt Romney en las últimas elecciones a la Casa Blanca y diputado del partido republicano por el estado del Medio Oeste de Wisconsin.

Este miércoles, los republicanos lo han escogido como su candidato al puesto. Y si todo sale según lo previsto, este jueves será elegido en pleno para capitanear una institución resquebrajada por la tensión entre partidos y las crecientes luchas internas entre congresistas conservadores.

A finales de septiembre, Boehner anunció su dimisión como presidente de la Cámara para lograr margen para negociar con diputados republicanos y demócratas y conseguir los votos necesarios para mantener a la Administración pública financiada hasta diciembre. El ala más radical del grupo parlamentario republicano, una alianza opaca conocida como el Caucus por la Libertad, amenazaba con dejar al Gobierno sin fondos para imponer su agenda política. Aunque su número exacto es desconocido, los miembros de la alianza conservadora son suficientes para arruinar la mayoría republicana en la Cámara -247 diputados de 435-, lo que les otorga poder de coacción.

El sacrificio de Boehner le permitió evitar una interrupción de los servicios públicos, algo que ocurrió en 2013, o al menos posponerlo unos meses. Pero una vez controlada la crisis surgió el problema de encontrar un sustituto. El primer favorito a ocupar el cargo fue Kevin McCarthy, de California. No duró mucho en la carrera. Instantes antes de que los congresistas republicanos votaran para nominarlo al puesto, McCarthy retiró su candidatura. “No soy el adecuado”, dijo. McCarthy renunció porque no contaba con el esfuerzo de los republicanos más conservadores y la Cámara sería ingobernable.

Pero los líderes republicanos en el Congreso ven en Ryan al sastre perfecto para coser la rotura entre sus filas. “Realmente hay una sola opción: Paul Ryan es el hombre para unirnos”, afirmó el diputado Fred Upton al New York Times a principios de mes. “Lo ven como un legislador serio que además es bien de derechas”, asegura a EL ESPAÑOL Josh Huder, investigador en el Instituto de Asuntos Gubernamentales de la Universidad de Georgetown.

De confesión católica, Ryan nació en 1970 en la pequeña ciudad de Janesville, situada unos 100 kilómetros al oeste del lago Michigan, donde vivió su infancia y adolescencia. Al completar el instituto, recibió el título de “más lameculos” de la promoción por sus compañeros. Pese a ello, Ryan es muy popular entre sus vecinos. Dejó Wisconsin por Ohio para estudiar Economía y Ciencias políticas. Llegó a Washington con apenas 28 años para representar al primer distrito del estado de Wisconsin y desde entonces se ha convertido en uno de los peces gordos del partido republicano en materia fiscal.

Hoy día dirige la comisión más antigua e influyente en el Congreso estadounidense, que tiene jurisdicción sobre impuestos y aspectos relacionados del sistema de seguridad social, los programas sanitarios para ancianos y otros servicios sociales. Muchos altos cargos estadounidenses han pasado por este comité. En concreto, ocho presidentes, ocho vicepresidentes, cuatro magistrados del Tribunal Supremo y 21 presidentes de la Cámara.

Antes, entre 2011 y el inicio de este año, Ryan lideró la comisión presupuestaria. Fue en este puesto donde se dio a conocer al público estadounidense con unas controvertidas propuestas presupuestarias bajo el título El camino a la prosperidad para “propulsar la creación de empleo, parar de gastar dinero que el Gobierno no tiene y levantar la carga aplastante de la deuda”. Los planes hacían la boca agua al Tea Party -el ala más conservadora del partido republicano- ya que proponían bajar impuestos y reducir el gasto público a través de intensos recortes a servicios como programas alimentarios y sanidad subvencionada.

Los esfuerzos de Ryan para promover sus principios de austeridad son continuos. En 2013, sin embargo, cuando cada partido dominaba una cámara del Congreso, Ryan negoció junto con la demócrata Patty Murray, su equivalente en el Senado, un acuerdo presupuestario de dos años con apoyo de las dos formaciones.

“Ryan es un conservador en materia fiscal pero sus propuestas en el pasado han conseguido unir a republicanos y han sido las únicas medianamente sensatas que se han visto, ya que proyectaban de manera bastante realista volver al equilibrio fiscal”, explica a este diario Gayle Allard, economista estadounidense en el Instituto de Empresa de Madrid. “Propone recortes importantes en el gasto social pero, a diferencia de los ultraconservadores republicanos, puede estar dispuesto a aceptar subidas de impuestos, aunque costará. En ese sentido, sería lo más próximo a un candidato de 'compromiso' en materia fiscal entre republicanos y demócratas”.

Convencer a Ryan de que se presentase a speaker de la Cámara de Representantes no fue tarea fácil. Durante semanas dio largas a los republicanos ya que el trabajo dio grandes quebraderos de cabeza a Boehner. Las condiciones de Ryan para ceder ante sus camaradas de partido fueron fundamentalmente dos: unidad y disponibilidad para estar con su familia. “No puedo y no renunciaré a mi tiempo familiar”, aseguró Ryan.

“A menudo pienso que la política es como ligar, Ryan puede tener éxito si no se muestra demasiado desesperado por salir con los republicanos”, afirma David Lublin, profesor de American University, sobre las condiciones de Ryan para aceptar el puesto.

Ryan tiene tres hijos -Liza, Charlie y Sam- con su mujer, Janna, que habla un poco de español porque estudió en Córdoba durante la carrera. El congresista perdió a su padre cuando era un adolescente a causa de un infarto. Se lo encontró muerto en su casa de Janesville. Entonces, se empezó a encargar de su abuela, que padecía alzheimer. Por eso, la filosofía de Ryan es aprovechar el tiempo, porque “la vida es corta”.

Aunque Ryan es conocido por su política fiscal, el conservador saltó a la fama en los comicios presdienciales 2012 cuando Mitt Romney lo escogió para ser su vicepresidente de llegar a la Casa Blanca. El dúo no triunfó y perdió ante el combo Barack Obama-Joe Biden. Pero mientras que Romney ha desaparecido de la esfera pública, Ryan ha continuado tejiendo sus hilos en el Congreso.

Si se convierte este jueves en el presidente número 54 de la Cámara, Ryan comenzará su andadura con un importante desafío. Esta semana la Casa Blanca y el Congreso han forjado un pacto presupuestario provisional que permitiría a la Administración continuar operando durante los próximos dos años. De aprobarse en el Congreso, el acuerdo desinflaría dos importantes e inminentes amenazas. A principios de noviembre el Congreso tiene que aprobar subir el techo de deuda, algo a lo que se oponen los conservadores radicales. Y en diciembre caduca la medida temporal para financiar al Gobierno y por la que se sacrificó el speaker saliente John Boehner.

El pacto fiscal aseguraría a Ryan dos años tranquilos al frente del Congreso, porque no habría importantes batallas económicas. La duda es si estará dispuesto a ceder y renunciar a sus sueños más radicales de austeridad. “Será su decisión llevarlo a debate en la Cámara, será su decisión que se vote”, dice Huder, de Georgetown. “Mucha gente espera que lo haga, y ciertamente John Boehner espera que lo haga”. La aprobación del pacto podría convertirse en su primera victoria.

Y algunos han descrito a Ryan como un legislador fiscalmente responsable. “Él es potencialmente más responsable desde el punto de vista fiscal pero también muy radical. Quiere tener grandes bajadas de impuestos a través de recortes sin precedentes”, matiza Lublin, de American University. “Éste es el problema en resumen: todos parecen estar de acuerdo en que Ryan sea speaker pero no están de acuerdo en qué debe hacer cuando lo sea”.