Hay que tener relaciones sanas y productivas hasta con el móvil

Hay que tener relaciones sanas y productivas hasta con el móvil Julia Ramírez

La tribuna

Hay que tener relaciones sanas y productivas hasta con el móvil

Cada vez es mayor la preocupación generalizada por el mal uso de los dispositivos. Algo tan maravilloso como la conectividad no puede ser un problema.

20 abril, 2024 02:12

No hace mucho, apareció publicado un estudio de la Universidad de San Francisco, que explicaba que la adicción a los teléfonos inteligentes genera conexiones neurológicas en el cerebro con los mismos efectos de quienes abusan de la Oxicodona como analgésico.

El otro día, antes de grabar un episodio de nuestro videopodcast ‘Arréglate que nos vamos’, nuestra brillante invitada a la que no cito por si le ‘fastidio’ su truco, nos confesó que ella tiene siempre su móvil en modo avión y que quiere que le escriban todo por Whatssap, como si fuera una adolescente.

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En aquel momento se convirtió en mi heroína y me confesó que hasta contestaba los mensajes sin conectarse porque así nadie sabía que estaba en línea.

Evidentemente, no aspiro a tanto, pero hay algunas pautas que seguro que mejoran nuestra calidad de vida, disminuyen nuestra ansiedad y aumentan nuestra atención en los tiempos, que seguirán siendo largos, en los que estemos conectados.

Todos los profesionales de la psicología, la medicina y el bienestar recomiendan dormir con el móvil fuera del dormitorio o apagado. Me sentí fenomenal el primer día que lo dejé cargando en otra habitación. Parece mentira cómo un gesto tan sencillo se convierte en un hábito saludable.

Y en esto, hay que evitar engañarse con lo de que lo usamos para saber qué hora es. Otra cosa que pronto se convirtió en una costumbre relajante para mí fue el día que compré un reloj de los que proyecta la hora en el techo.

Eso de despertarse y poder volver a cerrar los ojos al segundo, sabiendo la hora que es permite conciliar el sueño de inmediato, si es que existe esa posibilidad. Y por cierto, para quien tenga guardada la excusa del despertador, esos mismos aparatos tienen incluida esa función.

Con esa costumbre, ya nos hemos quitado una tercera parte de nuestro tiempo de tener un dispositivo activado y del que estar pendiente. Si le sumamos los horarios de la comida, aunque lo tengamos a mano por si Google hiciera falta o necesitáramos una fotografía para documentar nuestra conversación o por si un push de EL ESPAÑOL nos alertara de la actualidad más rabiosa, también ganaríamos tiempo de paz.

Así, poco a poco, pequeños tratos que una hace consigo misma y que van convirtiéndose en esa forma de saber desprenderse hasta alcanzar una relación perfecta con la información y con la conexión con los demás.

Si no sabemos priorizar los momentos de silencio y conversación con nosotros mismos, llegará un momento en el que nuestro cerebro nos amenace con fundirse temporalmente y eso implica estrés, angustia y ansiedad.

Otro paso extraordinario consiste en revisar todas las aplicaciones que tenemos descargadas y quedarnos solamente con aquellas que usemos y que nos beneficien.

Y uno más: si no silenciamos el móvil completamente, al menos, hagámoslo con los grupos de whatssaps, las notificaciones de las redes sociales y esas personas más comunicativas con las que nos relacionamos. Todos conocemos a alguien que siempre que le mandan un meme, lo reenvía a toda la agenda.

Además de nuestra salud mental, hay mensajes importantes que se pierden entre tanta actividad. ¿Cuántas veces os habéis dado cuenta días o semanas después de que no habéis contestado mensajes de alguien que os importa mucho?

Y una última enseñanza que nos dejó otra querida amiga en ‘Arréglate que nos vamos’: Ana Terradillos nos contó que ella no soporta que la insulten en redes; directamente bloquea. Yo hago lo mismo. Una cosa es que opinen sobre tu trabajo y otra que te insulten sin respetar los mínimos que exige la educación.

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Afortunadamente, aún podemos elegir que nos insulten en otras redes, pero no en las propias.

Vivimos en la época de la historia en la que si lo gestionamos bien, podremos estar mejor informados y tener más a mano a nuestros seres queridos. Pero tenemos que hacerlo con sentido común y sabiduría. Nada hecho sin medida aporta bienestar.

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